Según se ha publicado recientemente, el sector informático representa en España en torno al 4,2% del PIB, esto son unos 82.464 millones de euros al año, por encima de la agricultura y pesca o las actividades financieras y de seguros, y dando empleo a 354.480 personas. Esto supone que cada empleado en TIC tiene una repercusión media en el Producto Interior Bruto de mas de 200.000€.
Sin embargo, la realidad del sector esta marcada por la subcontratación, los bajos salarios, la precariedad laboral y los abusos empresariales. ¿Y a qué se debe esto? Pues principalmente a la estructura del mismo, formada casi exclusivamente por lo que comúnmente se conoce como cárnicas o charcuteras, las autodenominadas consultoras.
Para quien no sea conocedor del sector esto puede resultar chocante, pero un alto porcentaje de los trabajadores del mismo (y aun sin cifras oficiales podemos decir sin temor a equivocarnos que por encima del 90%) se encuentra subcontratado en uno o mas niveles.
La primera consecuencia de esto son salarios mas bajos, veamos como funciona esto:
Simplificando mucho las cosas, en una relación normal entre una empresa y un empleado, la primera paga una cantidad que, una vez descontados los preceptivos impuestos, es el salario neto que recibe el trabajador:
Sin embargo cuando un servicio se subcontrata, entra un nuevo factor en la ecuación: la empresa intermediaria, que por supuesto, recibe parte de la cantidad inicial como pago y esa es su única actividad, estar en medio. La empresa cliente recibe el mismo servicio que si contratase directamente al trabajador, pero el trabajador recibe un salario inferior:
Desgraciadamente la cosa no acaba aquí. En los últimos años, al calor de la recuperación económica, han surgido como setas más y más pequeñas cárnicas. Empresas que con una o dos personas se ponen a despachar técnicos y programadores para las grandes cárnicas sin necesidad de inversiones ni riesgos.
No necesitan invertir en maquinaria ni en materias primas, basta con colgar algunos anuncios en un par de portales de empleo y cuando pique algún incauto, se lo mandan a la cárnica solicitante que a su vez le da el pase hacia el cliente que pagará la facturación de sus horas. Y cuando esa factura se haga efectiva, cada intermediario coge su parte y el trabajador recibirá la suya, cada vez menor cuantos mas niveles de subcontratación haya.
Lo curioso de este sistema es que es abiertamente ilegal ya que segun el articulo 43 del estatuto de los trabajadores, solo las ETTs debidamente autorizadas pueden llevar a cabo esta tarea:
«La contratación de trabajadores para cederlos temporalmente a otra empresa solo podrá efectuarse a través de empresas de trabajo temporal debidamente autorizadas en los términos que legalmente se establezcan.»
El por qué se permite esta situación, máxime cuando en otros sectores como el de la construcción se ha creado una ley específicamente para limitar y regular esta práctica es un misterio que solo puede explicarse por la inacción de los sindicatos y la pasividad del gobierno, que también es gran consumidor de los servicios de estas empresas.
Esto afecta al trabajador no solo salarialmente, sino que se producen grandes desigualdades incluso dentro de la misma empresa ya que las condiciones los trabajadores «internos» y de los subcontratados (e incluso sub-subcontratados) difieren enormemente, degradándose más cuantos mas eslabones tenga la cadena de subcontratación.
Es una situación desagradable cuando las diferentes condiciones llegan al punto de que el trabajador subcontratado no puede hacer uso de algunos servicios de la empresa cliente como puedan ser aparcamientos o rutas de empresa, pero roza el absurdo cuando no se permite utilizar comedores, ascensores o entrar por la misma puerta que los trabajadores internos por poner solo algunos ejemplos reales.
También debemos mencionar que el cliente tampoco sale beneficiado de esta situación, ya que como dice el refrán «Si pagas cacahuetes contratas monos». Cuanto más larga sea la cadena de subcontratación y más intermediarios haya cobrando su parte, peor será el servicio que reciba y termine pagando una tarifa por un profesional senior, mientras el trabajo lo hace un becario.
En resumen, la presencia de cárnicas entre la empresa y el trabajador es algo que no crea ningún valor añadido para nadie mas que la propia cárnica y solo en perjuicio del trabajador. Sin embargo, no hay ningún interés en cambiar esta situación por parte de sindicatos, gobierno, y lo que es peor, al parecer tampoco de los propios trabajadores afectados.